Hola Alicia, gracias por tu tiempo, primero quisiera comenzar conociendo un poco de tu historia, ¿naciste en Pozo del Molle? ¿Dónde cursaste tus estudios?
Alicia Arbarello – “Si nací acá en Pozo del Molle el 29 de marzo de 1970, soy una ariana con todas las letras, el primario lo hice en la escuela San Martín y al secundario lo hice solo un mes en el instituto Manuel Belgrano, dejé de estudiar y mi papá me llevó a su peluquería para aprender la profesión, él me quiso mandar a aprender peluquería para mujer, pero no era lo mío”.
¿Dónde vivían y que recuerdos tenes de la infancia?
Alicia – “Y de recuerdos tengo que fue una infancia hermosa, nos defendíamos todos con todos, jugábamos al tejo, a las bolitas, al elástico, arriba de las plantas, todos éramos muy amigos, tengo aun amigas de la infancia, dos que están viviendo en Las Varillas, una acá en el pueblo, con respecto a la primaria te puedo decir que no me gustaba la matemática, siempre estudié para el bueno, fui buena alumna, nunca hice renegar, es más era más bien tímida, después me fui haciendo. Por ahí los lugares que más recuerdo fue mi barrio ahí en la calle Colón cerca de la ex carnicería de Luis Walker y la plaza del centro”.
¿Cómo fue dejar de estudiar y empezar a trabajar en la peluquería con tu papá?
Alicia – “Cuando comencé a trabajar en la peluquería tenía 13 años, en ese tiempo él tenía la peluquería en la terminal de Pozo del Molle, él me quería mandar para que aprendiera cortes de mujeres, un día le dije que no me mandé más, porque yo quería aprender las técnicas para atender a caballeros, entonces ahí empieza a enseñarme él la profesión.
¿Qué recordas de ese aprendizaje del oficio de peluquero?
Alicia – “Era todo muy lindo, muy familiar, los días sábados se tomaban pocos cortes por que el hombre se dedicaba a los peinados para eventos, iban todos a peinarse, gente que tomaba el colectivo para irse a Las Varillas, fueron muchos años ahí en la terminal y tengo recuerdos muy hermosos, mi papá me enseñó a usar la navaja inflando globos, como si fueran similar al tamaño de una cabeza, obvio no tenía filo, él quería que aprendiera a manejar la muñeca, de acuerdo al movimiento de la muñeca salía el corte, mi papá era muy detallista, muy puntilloso, después comenzó a enseñarme a dar vuelta el cabello para peinar, por ahí me cansaba las muñecas y él me decía, “dale dale, vos dale”, hasta que un día me dio las tijeras para largarme sola, me hacía comenzar el corte y después venia él y los terminaba el con los detalles, también lo hicimos al revés el empezaba y yo lo terminaba y el me daba las devoluciones de lo que le parecía que había hecho yo”.
¿Cómo fue el momento en el que tu papá te da la responsabilidad de hacer todo sola?
Alicia – “Un buen día me dijo empezalo y termínalo vos sola, él se fue a tomar un café a la terminal, así que empecé a tomar confianza y llegué adonde llegué, fue todo un proceso, no fue fácil, como te decía él era muy puntilloso, entonces uno cortaba con esa presión de que quería que él me aprobara, pero terminé entendiendo el límite que él me ponía, el día que me dio las llaves para que abriera yo sola me sentí grande, que crecía, siempre trabajamos juntos pero él siempre estuvo a la par viendo los detalles.
¿Tu papá te hacia las devoluciones en cada corte?
Alicia – “Si, con una mirada me decía todo, yo soy una persona que siempre masticó chicle y hacia globos, me miraba raro y yo no sabía, tardaba en caer, cuando me daba cuenta tiraba el chicle, con los cortes me decía falta acá, nos quedábamos solos después y me decía, estuvo bien, solo que le faltaban estas cosas, era muy solidario conmigo”.
¿Dónde había aprendido el oficio Emilio Arbarello?
Alicia – “El aprendió en Villa Maria, yo no me acuerdo el nombre del profesional con el que aprendió, era un francés que estaba en Villa María, se vinculó con gente top de las peluquerías en ese momento, el cuándo viene al pueblo pone la peluquería donde tiene la farmacia hoy Silvana Magnone (calle Buenos Aires), después se muda cerca del Centro Comercial, luego de Pepe Fortunato, hasta que se hace su propio salón en la calle Colón, pero con el famoso crédito de la 1050, lamentablemente no le fue bien con ese crédito y cuando vuelve ya lo hace en la terminal y ahí comienzo yo con él”.
¿En qué momento sentís más independencia gracias a tus aprendizajes?
Alicia – “Yo creo a que a los 2 años de estar con él (su papá), sentí que me iba ganando la confianza, recuerdo de ir en la bicicleta para la terminal y sentirme bien porque iba con la llave, me decía a mí misma, si abro yo es porque ya me vio que estoy lista. Se trabajaba de martes a sábado, comenzábamos a las 8 o a las 9 más tardar y siempre hasta las 21.30 o 22 también, siempre fue un ritmo así. Cuando nos casamos con Hernán (esposo) a los 4 años de casados, yo no quería quedar embarazada y tener que ir y venir de la terminal a casa, entonces armamos acá en mi casa (calle Sánchez Manzanera).
¿Cuántos años fueron en total con la peluquería?
Alicia – “En total sumando todos los años son 41 años como peluquera. lo que yo viví, siempre lo dije y se los dije cuando me despedí de cada uno de mis clientes, fue una familia grande para mí, una peluquería con mucha confianza, eran clientes que me conocían a mi desde muy chica y clientes que les empecé a cortar desde que nacieron, acá se vivieron emociones, abrazos, risas, momentos muy bonitos que me han hecho sentir muy bien”.
¿Qué cambios notaste en las peluquerías en estos tiempos?
Alicia – “Y bueno a nivel peluquería, la tijera es el primer gran cambio, al pelo uno no lo lleva en la cabeza por llevarlo, hay que trabajarlo, entre sacarlo, pulirlo, navajearlo, no está mal la moda de ahora pero hoy es mucho máquina, me costó un poco aggionarme a eso, estaba muy acostumbrada con las tijeras, la peluquería es arte, la máquina te ahorra tiempo pero es monótona, yo traté de mantener las tijeras todo lo más que pude, algunos clientes jovencitos ya venían con el cambio incorporado, la gente grande no, era todo tijera”.
¿Eras de asesorar a los clientes, con productos, o lo que fuere?
Alicia – “Se notaba mucho cuando el chico dejaba el secundario y pasaba a la universidad, el famoso estrés estudiantil, pasabas la mano y te quedabas con pelo, es que le cambiaba la vida a esa persona, uno los aconsejaba para que vayan a ver un dermatólogo, cuando era caída severa, cuando era algo normal, eran las famosas ampollas y masajes en ese entonces, igual nunca me llamó la atención el comercializar esos productos”.
Tengo conocimiento de gente que se iba del pueblo y lo mismo volvía para cortarse el pelo con “la Alicia”, ¿tenías varios clientes así?
Alicia – “Sí, yo les decía que me avisaran con tiempo, yo tenía un cliente de toda la vida, incluso cliente de mi papá, él trabajaba en Villa Maria y se venía los días sábados al pueblo a visitar a su familia, pero venia muy tarde, entonces yo le decía que era el cliente de los domingos, me avisaba una semana antes y bueno le he cortado domingo a la mañana, o lo hacía con otros que necesitaban, gente que venía y les cortaba sábado muy tarde”.
¿En qué momento tomaste la difícil decisión de cerrar tu peluquería?
Alicia – “Yo hace 3 años que lo vengo procesando por el tema óseo, de la artritis rematoida, que, si bien estoy bien gracias a dios, de lo mal que he estado, por ahí lo hablaba con el reumatólogo y me decía que gracias a las tijeras mis dedos no se han deformado, mientras más te moves más se desactiva la artritis, sin embargo, el problema se empezó a desatar en la parte lumbar, las malas posturas, mucho tiempo parada, eran 10 horas de trabajo de martes a sábado, me pasó factura el cuerpo”.
“Yo lo hablaba mucho con Hernán (esposo), él siempre me dijo que era una decisión que tenía que tomarla yo, empecé a trabajar mediodía para aliviarme un poco, pero me empezó a pesar cada vez más, un día barriendo la vereda después de trabajar dije, un día tengo que dejar, me largué a llorar y me liberé, antes lo decía pero no se movía un pelo, le venía diciendo a mis amigas que en este 2024 iba a tomar la decisión, los médicos me dijeron un día, o son los pelos o son tus huesos, así que dije ya está”.
¿No fue fácil decirles a tus clientes en la peluquería, que cerrabas?
Alicia – “Si intentaba decirlo y no podía decirlo, no pude personalmente con nadie, un día me fui a caminar e iba con el teléfono en la mano y pasaba al frente de la iglesia, recuerdo que miré la cruz de la iglesia y dije bueno, yo lo mando, agarré y mandé un audio llorando, diciendo que trabajaba todo el mes de mayo y cerraba, yo creo que me despedí como realmente se merecían todos, le mandé audios a todos los que más podía, después se corrió la bola y se hizo un poco más fácil, me tomé el tiempo, ellos merecían ese tiempo, ellos no fueron conscientes de lo que han logrado conmigo, me han hecho crecer como persona en el peor momento de mi vida, ellos me dijeron acá estamos, ese sillón nunca quedó vacío, ellos me llevaron la comida de todos los días, yo sentía que algunos venían por lástima, ya que era la peluquería del flaco Arbarello, muchos venían a darle una mano a la Alicia, a mí me sirvió todo, con el correr de los años dije, ahora vienen por mí”.
“Yo era chica, era una peluquería de hombres, recuerdo que empecé a comprar los gráficos para leer sobre deportes, leer fútbol, a leer sobre campo, mirar los noticias para tener algo de lo que hablar, tener noción de algo, veía como cerraba la soja, miraba la fórmula uno, me aburría, pero lo tenía que hacer, aprendí, ellos me llevaron a este crecimiento como persona, a nivel social, estoy muy agradecida”.
¿Quién fue el último corte?
Alicia – “El último corte fue Diego Giovanini y sus dos hijos, Antonio y Francisquito, ya que doy esos nombres, te digo quien fue el primero, Omar Césere, recuerdo que cuando mi papá se va a tomar el café, Omar le preguntó si me dejaba sola, hasta que después se animó y me dijo a mí, no lo hagas tan corto Alicia”.
¿En qué sentís que estás llenando el tiempo que te demandaba la peluquería?
Alicia – “Estoy pasando mucho tiempo con mi familia, siempre amé cocinar, estoy elaborando mis vinagres de manzana caseros, estoy sintiendo el olor a familia, ese olor a tostada que sentía cuando era chica, que por mis horas de trabajo ni siquiera una tostada se podía hacer, estoy con ellos y no me aburro para nada”.
Así se va otra historia, una linda nota en donde en más de una oportunidad las lágrimas se apoderaron del rostro de la protagonista, gracias Alicia y buena vida para toda la familia, el oficio y el aprendizaje de Emilio, fue honrado, su sello y el tuyo han quedado estampado en la gente para la posteridad.
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